Fernando Gilabert bustos

Escribir es cosa de uno, pero poder compartirlo es cosa de Dios. Uno de pronto descubre que adentro de su pecho hay un fuego interno tratando de plasmarse de alguna forma, en mi caso,  la escritura, no me di cuenta de esa magia, no sabía que yo podía escribir hasta que estaba lleno de ideas escritas por todos lados.

 Bendito ese momento, bendita la escritura que se transformó en mi guía de escape desde un mundo “normal”, hacia un hermoso  mundo de locura

Viva los que escriben, viva a los que leen

…Ustedes

            Cuando decidí que quería ser escritor no tuve mucho que pensar ni mucho menos que dudar.  La verdad,  es que a veces la vida da oportunidades que nos sorprenden,  hay un viejo dicho que dice que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, para los que creen, las abre Dios, para los otros, la suerte, pero lo importante es que se abre, y, si “Y”, así con mayúscula, debemos estar atentos a ese momento, la suerte, la oportunidad, o el tren, pasa a veces una sola vez, y debemos correr a agarrarnos de la manilla de ese último carro. De ese momento hacia adelante, es otro cuento, y debemos luchar para que nuestros proyectos se conviertan en realidad

La vida me sorprendió, y puso delante de mí un lápiz y un papel, (bueno, un computador), para los que lo pensaron, y con esa simple herramienta pretendo cambiar el mundo, al menos, el mío

La escritura toma vida propia, eso es verdad

                 Yo comencé escribiendo como todos, poemas de amor; “oh Dulcinea, Dulcinea”, ustedes saben, cuando el corazón comienza a latir más de la cuenta porque alguien apareció en nuestra vida

Para hacer corta la historia, un día escribí un cuento de una página, (primera vez que lo hacía) y me encantó, me propuse entonces hacer un segundo relato, “Y AHÍ” sucedió la magia, la historia se me escapó de las manos, y se transformó sin saber cómo, en un relato de casi setenta páginas. Ese día cambió mi vida.

…Por Dios que me gusta escribir